La segona quinzena de maig serà el moment de veure com una obra meva s'estrena a Madrid. Serà a la Sala Montacargas, i més endavant (a finals d'agost) a la Sala Triángulo, també a la capital espanyola. Tot ha estat gràcies a la companyia Síndrome Teatro que dirigeix Roberto Alonso, actor i amic que també és un dels creadors de Liquidación por Derribo i una de les seves cares més visibles (no recordeu el Fleki de "CARNICEROS"?). Tot plegat em fa molta il·lusió, perquè penso anar a Madrid amb la innocència de no saber què vaig a veure... tot i haver escrit aquest text endimoniat i divertit que és l'obra "SÍNDROMES".
(A continuació us reprodueixo el text que vaig escriure ja fa uns mesos pel dossier de l'espectacle. Espero que us pugui donar alguna pista més sobre aquest muntatge que ja està a punt d'estrena.)
"Cuando Roberto Alonso me propone que escriba una obra para un grupo de actores jóvenes, la mayoría de los cuales no conocía, se me plantearon varias dudas. Siempre que había escrito por encargo conocía las características de los integrantes del grupo, y en muchas ocasiones era yo mismo quien dirigiría después el espectáculo. En este caso, no se cumplía ninguna de las dos premisas.
Finalmente, opté por hacer un proyecto muy personal, con el único conocimiento del número de actores/actrices, su edad y poco más. Era un reto escribir casi a oscuras, directamente para el escenario, pero también era estimulante. Y así fue surgiendo “Síndromes”, una idea que rondaba aún sin forma por mi cabeza desde hacía meses…
Sabía que basándome en los comportamientos humanos, muchas veces extraños, otras veces arrebatadoramente sugerentes, encontraría una gran fuente de inspiración. Y qué mejor comportamiento que el que ya nace enfermo, deformado, con todo el peso de una sintomatología especial y única. En los síndromes tenía un punto de partida. Un punto de partida que quería convertir… en comedia.
El porqué de una comedia
Desde los talleres con Rafael Spregelburd y Gabriella Izcovich –ambos argentinos, ambos estrechamente relacionados con la corriente que en Barcelona ha impulsado Javier Daulte- comprendí que como actor, pero también como autor, debía volver al juego. Las obras que deciden de antemano hablar de grandes temas, de grandes conceptos, a veces vienen lastradas por una ateatralidad que choca con el momento actual del teatro. Nos olvidamos a menudo que lo que hay que hacer, como dice habitualmente Jordi Galzeran, es contar una historia, una buena historia… y después ya se encargará alguien de buscar los recovecos y los flecos que haga falta analizar.
Por tanto, me enfrenté a “Síndromes” desde dos frentes: el juego y la historia. No podía haber juego sin historia, y no me interesaba la historia sola, sin el juego que comportaba reunir a varios personajes con síndromes extraños. ¿Qué podía surgir de ahí? ¿A qué situación me podía llevar esa extraña conjunción de patologías? Sólo había una manera de saberlo: empezar a jugar desde ya, con las palabras, con las situaciones… y sobre todo, con los personajes. Sólo había una manera de contarlo, y la comedia fue el lenguaje escogido."
Finalmente, opté por hacer un proyecto muy personal, con el único conocimiento del número de actores/actrices, su edad y poco más. Era un reto escribir casi a oscuras, directamente para el escenario, pero también era estimulante. Y así fue surgiendo “Síndromes”, una idea que rondaba aún sin forma por mi cabeza desde hacía meses…
Sabía que basándome en los comportamientos humanos, muchas veces extraños, otras veces arrebatadoramente sugerentes, encontraría una gran fuente de inspiración. Y qué mejor comportamiento que el que ya nace enfermo, deformado, con todo el peso de una sintomatología especial y única. En los síndromes tenía un punto de partida. Un punto de partida que quería convertir… en comedia.
El porqué de una comedia
Desde los talleres con Rafael Spregelburd y Gabriella Izcovich –ambos argentinos, ambos estrechamente relacionados con la corriente que en Barcelona ha impulsado Javier Daulte- comprendí que como actor, pero también como autor, debía volver al juego. Las obras que deciden de antemano hablar de grandes temas, de grandes conceptos, a veces vienen lastradas por una ateatralidad que choca con el momento actual del teatro. Nos olvidamos a menudo que lo que hay que hacer, como dice habitualmente Jordi Galzeran, es contar una historia, una buena historia… y después ya se encargará alguien de buscar los recovecos y los flecos que haga falta analizar.
Por tanto, me enfrenté a “Síndromes” desde dos frentes: el juego y la historia. No podía haber juego sin historia, y no me interesaba la historia sola, sin el juego que comportaba reunir a varios personajes con síndromes extraños. ¿Qué podía surgir de ahí? ¿A qué situación me podía llevar esa extraña conjunción de patologías? Sólo había una manera de saberlo: empezar a jugar desde ya, con las palabras, con las situaciones… y sobre todo, con los personajes. Sólo había una manera de contarlo, y la comedia fue el lenguaje escogido."
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