16/7/12

Yes, we can (or not)

El Periódico de dissabte era per posar-se a plorar. El món de la cultura augurava un futur més que negre degut a la pujada de l'IVA, es comentava la vida i obres de la diputada Andrea Fabra després del seu famós hit "Que se jodan" (la trajectòria d'aquesta dona, i també del seu pare, és per llogar-hi cadires), s'informava dels últims detalls de l'últim cas de corrupció (auguro impunitat total pel pressumpte delicte de Jordi Ausàs), etc. Tanta i tanta era la porqueria que empestifava el diari que no sabia si seguir llegint o anar davant del congrés de diputats i immolar-me. Però de què serviria? De res. Aquí els polítics no fan escarafalls ni que es cremés a lo bonzo tota la població de Móstoles.

I per fi, entre tanta desesperació i tanta mala llet va aparèixer un article d'opinió de Josep Maria Pou que resultava estranyament esperançador. Dèia l'actor i director algunes coses que sovint intento repetir-me, suposo que amb la finalitat d'acabar creient-me-les. L'article era "ENTRE TODOS PODREMOS", i us el transcric aquí a baix perquè entre tanta merda (sí, merda... i de la grossa) hi ha d'haver alguna cosa que floreixi, ja sigui una idea, un sentiment o un petit microbi que acabi tornant-nos totes aquelles coses que ens fan feliços. Que no ens prenguin el bon humor, si us plau, ni la cultura ni la capacitat de rebelar-nos. Encara que sigui sense diners segur que podrem expressar-nos... De moment, això no ens ho han près. Auguro anys de gran creativitat artística, ja que de les dificultats sempre han nascut les millors obres. Ara bé, sovint també han estat les més reivindicatives, crítiques i ferotges, d'aquelles que fan mal als de dalt, als que remenen les cireres i creuen que un món sense cultura és possible. Innocents!


"Quiero ser optimista. Me empeño en ello. No voy a consentir, de ninguna manera, que las noticias de esta semana me conviertan en un misántropo. Y mucho menos, que me arrastre río abajo la corriente del catastofrismo circundante. Me obligo a ver el lado bueno -que lo hay- de la cosa. Y me obligo a contagiarles mi espíritu jaranero.

Piensen que podía haber sido peor. Mucho peor. Y que dentro de lo malo, siempre hay un menos malo. Ya sé que pagaremos más por muchas cosas. Y también sé que compraremos menos. (Eso lo saben también ellos, pero les importa un comino; admitir que tras tanta cara seria y tanta declaración solemne el país se va a quedar con lo comido por lo servido sería reconocerse tontos de capirote, y eso todavía no toca. Llegará. Pero no toca. Todavía).

Sé que al cinturón ya no le caben más agujeros, de tan prieto como lo llevamos. Pero seguimos respirando, ¿no? ¿No les parece maravilloso? Todavía nos queda aliento, y fuerza, y ganas, (y huevos, con perdón de la expresión) para muchas cosas. ¡Pues a ello, que mañana es tarde!

Han subido el IVA del teatro, del cine, de los viajes, del ocio y la cultura en general, porque saben que no podremos dejar de ir al teatro, ni al cine, ni a los conciertos; saben que no podremos prescindir de un viajecito o de un extra de ilusión de vez en cuando; de la misma manera que no podemos dejar de comer: porque si no comemos nos morimos, pero también si no nos alimentamos con un buen adagio o con cuarto y mitad de belleza contemplada. Lo saben. Y les da igual. Pero, eso sí, han sido buenos y nos han dejado los libros. ¡Aleluya! El IVA de los libros no ha subido. ¡Aleluya! Me alegro. Me alegro mucho. ¿Ven como siempre hay algo a lo que agarrarse? Los libros seguirán pagando el IVA más bajo, el superreducido del 4%. Pero solo (ay, ay, ay, nunca la dicha es completa) los libros tradicionales, es decir los libros en papel impreso. Aquellos que gusten del e-book, del libro en formato electrónico, que lo paguen: el 21% de IVA, el más caro; por modernos, por traidores, por esnobs, por pijos y por dar la nota.

Bueno, ya. Se me está acabando el optimismo y he apurado hasta la última gota mi capacidad de ironía. Vuelvo a lo que debo. Y lo que debo es convencerme (y convencerles, o así) de que entre todos podremos. Yo creo en Bruselas. ¿Qué pasa? ¿No hay quien cree en el Espíritu Santo? Pues yo creo en Bruselas. Misterio por misterio, me quedo con Bruselas. Está más cerca."

Josep Maria Pou.

1 comentario:

Unknown dijo...

Molt gran, Josep Maria Pou! Gran article!